martes, 28 de octubre de 2008

BALLENA FRANCA AUSTRAL

  1. BALLENA FRANCA AUSTRAL
  2. Una de las experiencias más sobrecogedoras que los argentinos tenemos el privilegio de apreciar en nuestras costas marítimas: el avistaje de la ballena franca austral.
    La ballena franca austral es una especie considerada en peligro de extinción, razón que llevó al gobierno nacional a declararla monumento natural en 1984. Las aguas territoriales de nuestro país son uno de los pocos lugares de reproducción de estos magníficos cetáceos.

    La ballena franca habitaba una amplia franja que va de los 20º a los 60º de latitud en los océanos Pacífico norte, Atlántico norte, Atlántico sur, Índico sur y parte del Pacífico sur. Existen dos especies de ballenas francas: la del hemisferio norte y la del hemisferio sur, que no entran en contacto porque no sobrepasan las aguas de la zona ecuatorial.
    El origen de su nombre debemos rastrearlo en la historia. Desde siempre, ocuparon el triste primer lugar entre las especies cazadas. Mucho antes del siglo XII, franceses y españoles, en precarios botes a remo, las perseguían y mataban con arpones impulsados por la fuerza de sus propios brazos. Ya en los siglos XVIII y XIX la explotación llegó a tal punto que la ballena franca de los mares del norte fue prácticamente extinguida. Frente a su merma, las flotas balleneras, en especial las inglesas y norteamericanas, apuntaron su proa hacia las aguas del sur, comenzando a diezmar las poblaciones francas australes.

    El particular ensañamiento con estos ejemplares se debe a la facilidad para atraparlas, porque este tipo de ballenas es un animal muy lento y una vez muerto flota, para suerte de sus cazadores, a diferencia del resto de estos mamíferos a los que deben inyectarles aire para evitar su hundimiento.
    Si a ello le sumamos su alto rendimiento, que equivale en un solo individuo a 40 barriles de aceite, esto es cerca de 7.200 litros, bien vale la denominación en inglés de "right whale" es decir: la ballena correcta para cazar. En español, se utilizó la opción léxica "franca" como traducción de "right".

    Al considerar su trágica disminución poblacional, el gobierno nacional le otorgó el grado de protección máxima al nombrar monumento natural a todas las ballenas francas que se registren en aguas jurisdiccionales de la Nación.
    Se estima que, antes de iniciar las cacerías, existían cerca de 100.000 ejemplares de ballena franca. Por su matanza y la lenta recuperación del grupo, debido a que las hembras sólo tienen cría cada tres años, la ballena franca es, de las once especies actuales de ballenas, la que mayor riesgo de extinción sufre.
    En la actualidad, se calcula que existen unos 3000 individuos, de los cuales el 20% (aproximadamente 600 ejemplares), se han registrado en aguas argentinas, convirtiéndose en la población más numerosa que existe en el mundo.

    Curiosas dueñas del mar

    Todos los años, en invierno y en primavera, una gran cantidad de ballenas francas se acercan al litoral marítimo atlántico, principalmente a las corrientes marinas de Caleta Valdés y de los golfos San José y Nuevo, vecinos a la Península de Valdés, en la provincia de Chubut. Este es el tiempo de llegarse a nuestras costas y encontrarse con estos gigantes, que plácidamente concurren a la cita.
    Las ballenas son mamíferos adaptados perfectamente al medio marino que les sirve de hábitat. En este proceso han perdido casi toda su cobertura pilosa, que poseía su antepasado terrestre, y que todavía conserva en la punta del hocico y en la mandíbula inferior. Se cree que la función de sus pelos, con una longitud de 12 ó 14 mm, es sensitiva.
    En general, las ballenas francas australes alcanzan de 30 a 40 toneladas de peso. Las hembras adultas miden un promedio de 13 metros, aunque se han divisado ejemplares de 16 metros. Los machos son más cortos: llegan a medir hasta 12 metros.

    Poseen dos características exclusivas, que las distingue de las demás especies de mayor porte:
    La primera, es su manera de exhalar el aire en forma de "V" que puede levantarse a 4 m de altura. Espirar de este modo responde a los dos orificios respiratorios externos o espiráculos, que se ubican en la parte superior y posterior de la cabeza, y que se cierran herméticamente al sumergirse, para evitar el ingreso de agua a las vías respiratorias. El aire, expulsado violentamente, se condensa por la diferencia de temperatura y dibuja dos columnas en V, hecho que dio origen a la creencia de que las ballenas lanzaban chorros de agua. Esta forma de soplido facilita la identificación de la especie a mucha distancia y sin necesidad de ver a los animales.
    El segundo rasgo distintivo tiene que ver con la formación de callosidades, que son áreas de piel elevadas de 5 cm de grosor aproximadamente, de consistencia córnea, situadas en distintas partes de la cabeza. La distribución, dimensión y forma de los callos varían de una ballena a otra pero no cambian con el crecimiento. Funcionando como nuestras huellas dactilares, identifican a cada animal durante toda la vida. Estas callosidades, desarrolladas en la etapa fetal y de color gris oscuro, presentan densas poblaciones de pequeños crustáceos anfípodos llamados ciámidos (piojos de las ballenas) y en algunas ocasiones se intercalan con cirripedios (dientes de perro), que hacen que las callosidades luzcan blancas, amarillas, anaranjadas o rosa claro. Normalmente, se reparten a lo largo del margen superior del labio inferior, mandíbula, superficie dorsal del rostro y sobre los ojos. El callo de mayor importancia por su tamaño es el "bonete", ubicado en la punta del hocico.

    Además de estas callosidades, las ballenas presentan una piel lisa, elástica y de color negro que a veces está moteada de pardo y gris, con manchas dorsales y ventrales blancas de distinta forma y tamaño. La epidermis, más clara en las crías o ballenatos, recubre una gruesa capa de grasa, de 14 a 36 cm de espesor, que funciona como protección para las bajas temperaturas de los mares australes.
    La cabeza de estos mamíferos ocupa el 25% del largo total de su cuerpo. Dentro de su boca de forma curva, la mandíbula superior sostiene unas 260 placas o barbas córneas llamadas originariamente baleen, de donde se deriva el nombre en castellano de ballena. Estas barbas llegan a medir unos 2,50 m de largo. Cuando las ballenas se alimentan, sirven de filtros o coladores para retener su comida principal: el krill. Este pequeño camarón es un microorganismo que forma bancos y que la ballena ingresa a su cavidad bucal junto con el agua, que después es expulsada hacia el exterior a través de las barbas.

    Curiosas y tranquilas, las ballenas francas nadan lentamente por las frías aguas, con una velocidad máxima de 9 a 11 h. Sus saltos y golpes en el agua con las aletas y la cola cumplirían la función de comunicarse o de jugar con sus pares. Quién sabe... nos gustaría pensar que lo hacen también para nosotros, que las miramos maravillados.

    Ballenas

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